viernes, septiembre 29, 2006
El Mesianismo según el Antiguo Testamento
Ante la santidad, autoridad y poder de Jesús, sus contemporáneos, discípulos, apóstoles se preguntaban: «¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc. 4,41) y también ellos «quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Cf. Mc. 1,22.24.27). El mismo Jesús hace reflexionar a sus más cercanos sobre su persona: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» (Mt. 16,15-16).
Tanto Mesías en el hebreo y arameo, como Cristo en el griego, significan “Ungido”. Esta designación vino a ser en la época apostólica el nombre propio de Jesús.
1) Mesianismo Real, Profético y Sacerdotal: Textos Bíblicos Relevantes.
a) Mesianismo real:
El rey, en virtud de unción de aceite, que simboliza su penetración por el Espíritu de Dios (1 Sm. 9,16; 10,1), es consagrado para una misión que se convierte en el guardián de Israel. El rey es el Ungido de Yahvé (2 Sm. 19,22-24), un personaje al que todos dan un respeto religioso (1 Sm. 24,7.11). Es durante el tiempo de la monarquía cuando cuaja más fuertemente esta idea de un Mesías – rey. Cuando David fue rey surge la idea de que el rey es el hijo de Dios (2 Sm. 7,14), y por tanto, Mesías. Esta fórmula de adopción, al igual que en el salmo 2, 7 (Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy) nos dice que cada rey de la dinastía davídica será una imagen imperfecta del rey ideal del futuro que la apocalíptica judía fue fabricando. Los profetas alimentaron esta idea durante el exilio y después de éste.
b) Mesianismo profético:
La unción de Eliseo por manos de Elías (1 Re. 19,16) no es común en el A. T. Talvez aquí se refiere al hecho de que Elías le legará una parte de su Espíritu a Eliseo (2 Re. 2,9). Esta unción del Espíritu recibida por el profeta lo explica Isaías en 61,1: tal unción lo consagra para anunciar la buena nueva a los pobres. Esta vocación profética aparece luego de que la monarquía entrara en crisis; ahora son los profetas los que rigen al pueblo como responsables ante Yahvé. Moisés es presentado como el profeta por excelencia (Dt. 18, 15.18). Aparece durante esta época la imagen del siervo sufriente (Is. 53)
c) Mesianismo sacerdotal:
Ningún texto antes del exilio habla de unción de sacerdotes; pero es precisamente luego del exilio cuando el sacerdote ve aumentada su fama debido al desprestigio de las otras instituciones: no hay rey y el sumo sacerdote es ahora el jefe de la comunidad. Entonces es cuando para consagrarlos a su función los ungen. Los textos tardíos hacen remontar la unción hasta Aarón (Ex. 29, 7); luego la extienden al resto de los sacerdotes (Ex. 28,41). A partir de esta época (exilio) el sumo sacerdote es el sacerdote ungido (Lev. 4,3.5.16), por tanto un “Mesías” actual como lo era el rey en otra época. Algunos textos proféticos asocian estrechamente realeza y sacerdocio en la escatología (Jr. 33,14 – 18; Ez. 45,1 – 8; Zac. 4,1 – 14)[1].
2) Manifestación de Jesucristo como el «Mesías» esperado a la luz de las Profecías de Carácter Mesiánico.
El evangelio de san Mateo, nos presenta varias profecías que se ven cumplidas en la persona de Jesús de Nazareth.
Concepción Virginal de María:
Isaías 7,14: «He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Mt. 1,22-23).
Inicio de su Vida Pública:
Isaías 8,23-9,2 «va a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido» (Cf. Mt 4,13-16).
Predicación del Reino de los Cielos, signos de las curaciones (leproso, suegra de Pedro, endemoniados):
Isaías 53,4: «El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades» (Mt. 8,17).
Jesús, el «Siervo de Yahvé»:
Isaías 42,1-4: «He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza» (Mt 12,18-21).
Mensaje de Jesús, Parábolas
Salmo 78,2: «Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo» (Mt 13,35).
Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
Zacarías 9,9: «Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo».
[1] Mesías en Vocabulario de teología bíblica, X. León Dufourt, pp.529-533, Herder 2001.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario