sábado, mayo 03, 2008

Las pruebas sobre la existencia de Dios

Introducción
Primera vía: Se funda en el movimiento
Segunda vía: Se basa en la causalidad eficiente
Tercera vía: Se fundamenta en la contingencia de los seres
Cuarta vía: Considera los grados de perfección que hay en los seres
Quinta vía: Se toma del gobierno del mundo

Desde la Biblia



Introducción


Vivimos en un mundo marcado por la cultura de muerte. Las constantes manifestaciones de rupturas con uno mismo como soledad, tristeza, sin sentido, búsquedas desenfrenadas de falsas seguridades; las rupturas con los demás traducidas en violencia, delincuencia, terrorismo, guerras, entre otras; no tienen otra causa que la ruptura fontal con Aquel que nos creó y nos conoce plenamente, Dios mismo. El anhelo de infinito que cada hombre experimenta en lo más profundo de su corazón se ve traicionado al cerrarle la puerta al Único que puede saciar esa nostalgia de eternidad.
En la historia de la humanidad siempre han estado aquellos que niegan explícitamente a Dios, los denominados ateos; otros que crean dioses a sus medidas trayendo como consecuencia visiones reducidas de Dios, como por ejemplo: los deístas, los panteístas, los idealistas kantianos, etc.
En nuestros días percibimos -por el avance del secularismo- la ausencia de Dios en las estructuras de nuestra sociedad, una sociedad que termina poniendo a Dios "entre paréntesis", regida por un estribillo cada vez más común: "si Dios no está en mi vida práctica y no tengo como probar si existe o no existe, entonces no me interesa".
Ante este panorama, los católicos enfrentamos la urgencia de hacer una opción clara y decidida por anunciar con sólidos argumentos que Dios sí existe y está muy cerca de cada uno de nosotros.
El hombre puede llegar al conocimiento de Dios de muchas maneras. Todas ellas responden tanto a la capacidad natural de la inteligencia humana de conocer la existencia de Dios, como a la Revelación divina que nos ofrece de El un conocimiento sobrenatural.
Por ello, seguidamente señalaremos los principales postulados que nos permiten afirmar que Dios existe, es real y es cercano.
Empezaremos con las cinco vías que Santo Tomás de Aquino desarrolló hace más de 700 años para demostrar la existencia de Dios, desde un conocimiento a posteriori, es decir una manera de aproximarse a la realidad divina desde la experiencia sensible, que va de lo conocido a lo desconocido, de lo sensible a lo espiritual, de los efectos a la causa suprema.


Primera vía: Se funda en el movimiento


1) Es innegable, y consta a nuestros sentidos, que hay cosas que se mueven, es decir, que cambian. No se trata sólo del movimiento en sentido físico (locomoción), sino en sentido metafísico, es decir, como paso de la potencia al acto (cambios de una condición a otra, de un ser a otro, etcétera).


2) Pues bien, todo lo que se mueve, cambia, muda o transforma es movido por otro, ya que nada se mueve más que cuando está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto. Por ejemplo, el fuego hace que un leño -que está caliente sólo en potencia- pase a estar caliente en acto. Pero no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en potencia y en acto respecto a lo mismo, sino en orden a cosas diversas. Es imposible que una misma cosa sea, por lo mismo y de la misma manera, motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro.


3) Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor, y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano.


Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie.
4) Este primer motor que no es movido por nadie es el que todos entienden por Dios. Luego Dios existe.


Segunda vía: Se basa en la causalidad eficiente


1) Nos consta por experiencia que hay en el mundo sensible un orden determinado entre las causas eficientes, pues están subordinadas esencialmente entre sí para la producción de un efecto común.


2) Pero no se da, ni es tampoco posible, que una cosa sea causa de sí misma, ni en el orden del ser ni en el de la operación, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible.


3) Ahora bien: esa serie de causas eficientes, subordinadas esencialmente entre sí, no se puede prolongar indefinidamente, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, y ésta causa de la última. Cada una de estas causas actúa por influjo de las causas que la preceden. Y así tenemos que, suprimida una causa se suprime su efecto. Por consiguiente, si no existiese una causa primera, tampoco existiría la intermedia, ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera y, por tanto, no habría efecto último, ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces.


Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera.


4) Esta causa eficiente primera, que no es causada por ninguna otra, a la que están subordinadas todas las demás causas; es decir, esta causa eficiente incausada es llamada por todos Dios. Luego Dios existe.

Tercera vía: Se fundamenta en la contingencia de los seres


1) Es evidente que hallamos en la naturaleza seres que pueden existir o no existir, pues vemos seres que vienen a la existencia por generación y seres que se destruyen por corrupción; es decir, seres que no tienen en sí mismos la razón de su existencia, sino que están condicionados por otros seres, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Estos seres reciben el nombre de seres contingentes.


2) Ahora bien: es imposible que los seres contingentes hayan existido siempre, ya que lo que tiene la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que no fue. Es decir, los seres contingentes, que tienen la posibilidad de existir y de no existir, reciben la existencia, no por sí mismos, sino por otro ser que ya existe. Así, pues, los seres contingentes son, por esencia, efecto, seres que piden causa, seres que alguna vez han comenzado a existir causados por otro.
Pero, como ya se demostró antes (segunda vía), es imposible y absurdo que haya una serie infinita de seres contingentes, es decir, de causas subordinadas, ya que es imposible que sólo existan efectos.
Por consiguiente, los seres contingentes exigen la existencia de un ser que no haya comenzado a existir; un ser no causado, que exista por sí mismo; un ser que ha existido siempre. A este ser se le llama ser necesario.


3) Pero el ser necesario, o tiene la existencia por sí mismo, o la ha recibido de otro ser necesario superior. En esta segunda hipótesis, si el ser necesario ha recibido su existencia de otro ser necesario superior, es imposible aceptar una serie indefinida de seres necesarios. Es forzoso, por tanto, admitir la existencia de un ser necesario que exista por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de los demás seres.
4) A este ser necesario, que no tiene la existencia recibida de otro, sino que existe por sí mismo, en virtud de su propia naturaleza, es al que todos llaman Dios. Luego Dios existe.

Cuarta vía: Considera los grados de perfección que hay en los seres
1) Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, más o menos verdaderos y nobles que otros; y lo mismo ocurre con las diversas cualidades. Así, por ejemplo, nadie duda que el hombre es más perfecto que el animal; el animal, más perfecto que el vegetal; y éste más perfecto que el mineral. Lo propio se ha de decir de la bondad, de la verdad, de la nobleza y de otras perfecciones semejantes, las cuales están realizadas en todos los seres según una diversidad de grados, en virtud de la cual unos seres son más perfectos que otros.


2) Pero la diversidad de grados que se da en esas perfecciones, es decir, las cosas más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos bellas, etc., suponen la existencia de lo máximo; están reclamando un ser óptimo, verdaderísimo, bellísimo, etc. En otras palabras, esos grados dc perfección son algo causado por otro, el cual, si posee esas perfecciones en grado limitado, las tendrá, a su vez, causadas por otro.


3) Pero como es imposible admitir una serie infinita de causas limitadas, causadas, en este proceso de ascensión, llegamos a una primera causa en donde todas esas perfecciones se encuentran en grado sumo y en toda su plenitud. Por lo tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo, bellísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo, pues lo que es verdad máxima es máxima entidad.


Ahora bien: quien tiene una perfección pura en grado máximo, o por esencia, es causa de esta perfección en todos aquellos que la poseen en grado inferior, o por participación. Además, no puede ser más que un único ser, una única perfección subsistente en sí misma, una única perfección en toda su plenitud y totalidad.


4) Por consiguiente, existe algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad, de su belleza y de todas sus perfecciones, porque se trata del Ser sumo, de la Verdad suma, de la suma Bondad; y a este ser todos lo llamamos Dios. Luego Dios existe.

Quinta vía: Se toma del gobierno del mundo
1) Vemos que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene, es decir, su plena evolución y desarrollo, o la conservación de su especie, o el orden dinámico del cosmos, etc., por lo que se comprende que no van a su fin obrando al azar, sin rumbo ni orientación, sino intencionadamente.


2) Ahora bien: los seres que carecen de conocimiento no pueden tender a sus respectivos fines si no los dirige un ser inteligente que conozca dicho fin, a la manera como el arquero dirige la flecha.


3) Esta inteligencia ordenadora no puede estar ordenada por una serie indefinida de inteligencias, sino que es preciso llegar a un ser inteligente supremo, que consiste en su mismo acto de entender, un entender infinito, subsistente y único; es decir, que es el origen y el fundamento de todas las demás inteligencias que conocen y dirigen las cosas carentes de conocimiento a sus propios fines.


4) Luego existe un Ser inteligente supremo que dirige todas las cosas naturales a sus respectivos fines, y a este Ser lo llamamos Dios. Luego Dios existe.

Desde la Biblia
Junto a estas cinco pruebas también podemos llegar a constatar la existencia de Dios aproximándonos a la realidad desde un fundamento bíblico:


a) Conocimiento de Dios por medio de la creación


La Sagrada Escritura atestigua este principio: la razón humana puede conocer a Dios por medio de la creación, pues las cosas creadas son testimonio permanente de su Autor y llevan a su Conocimiento con alcance universal.
En este sentido, en el Libro de la Sabiduría encontramos dos motivos por los cuales el hombre puede alcanzar el conocimiento de Dios. Uno es la belleza que hay en las criaturas: por la contemplación de las diversas bellezas creadas, el hombre puede alcanzar el conocimiento de Aquel que es la fuente de toda belleza, Dios, Belleza Suprema. El otro motivo es el poder y la fuerza que existe en la naturaleza creada: las fuerzas de la naturaleza son un reflejo de la Omnipotencia de Aquel a quien se someten todas las potencias.
"Vanos son por naturaleza todos los hombres que ignoran a y no alcanzan a conocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; sino que al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo los consideraron como dioses, rectores del universo. Si, seducidos por su belleza, los tuvieron como dioses, sepan cuánto les aventaja el Señor de todos ellos, pues es el Autor mismo de la belleza quien los creó. Y si se admiraron de su poder y de su fuerza, debieron deducir de aquí cuánto más poderoso es su Creador; pues, de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se llega por razonamiento al claro conocimiento de su Autor. Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando a Dios y queriéndole hallar. Ocupados en sus obras, se esfuerzan en conocerlas, y se dejan seducir por lo que ven. ¡Tan bellas se presentan a sus ojos! Pero, por otra parte, tampoco son éstos excusables; porque, si llegaron a adquirir tanta ciencia y fueron capaces de investigar el universo, ¿Cómo no llegaron más fácilmente a descubrir a su Señor?" (Sabiduría 13, 1-9).

b) Conocimiento de Dios por los grados de perfección


Los grados de perfección que el hombre conoce en la naturaleza reflejan la perfección absoluta de un Dios único y personal, al que todos los hombres son llamados a adorar y a seguir.
"La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres, que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque las perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su divinidad, se han hecho visibles después de la creación del mundo por el conocimiento que de ellas nos dan las criaturas, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en vanos razonamientos, y su insensato corazón se llenó de tinieblas: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso, Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén". (Rom 1, 18-25; ver Hech 14, 14-18; 17, 22-30).
En esta carta, el Apóstol San Pablo enseña claramente que el que no reconoce a Dios lo hace por opción libre, pues no se trata sólo de no percibir lo invisible de Dios en las cosas visibles, sino de un cerrazón del corazón que no quiere reconocer a Dios como Señor, y le niega el dominio sobre el hombre y sobre las cosas. Así, el hombre se degrada, no es capaz de reconocer su puesto en un mundo que se ha convertido en desordenado y caótico, y no acierta a descubrir la dimensión divina que aflora en todas las cosas.

c) El testimonio de la conciencia


Asimismo, en la Sagrada Escritura encontramos otro medio a través del cual el hombre puede conocer a Dios: se trata de su conciencia, la cual expresa tanto la existencia de Dios como la ley natural que Dios escribió en el corazón de todo hombre.
"Cuando los gentiles, que no tienen Ley, cumplen las prescripciones de la Ley guiados por la razón natural, sin tener Ley son para sí mismos Ley -es decir, obran según su conciencia-. Y con esto muestran que los preceptos de la Ley están escritos en sus corazones, siendo testigo su conciencia con los juicios que, alternativamente, ya les acusan o bien les defienden". (Rom 2. 14-15).
Los que no han recibido la Revelación de Dios conocen por su razón natural los principios esenciales que informan la ley natural. En la intimidad de su corazón, todo hombre tiene grabada una ley moral natural que participa de la ley eterna de Dios.
Por último, podemos también llegar a demostrar la existencia de Dios desde la propia experiencia interior.

Experiencia personal de Dios


Hay muchas personas que no necesitan de esos argumentos antes señalados para creer y amar a Dios, la experiencia interior de percibirse volcado hacia algo eterno lo conduce hacia Aquel Único Eterno, Dios mismo que toca el corazón para entrar en una infinita comunión de amor, en un diálogo personal e intenso.
Es más, el mismo hecho de estar en mayor sintonía con el sello que con su Imagen Dios ha marcado al hombre, lleva a la persona a acercarse a Dios de manera natural, teniendo la convicción de la existencia de Dios como la luz del día o las estrellas de la noche.. Justamente, como imagen de Dios, el hombre conserva esa convicción divina no como algo extraño y añadido por la presión de la cultura, sino como algo propio, como el fundamento radical de su ser, como la luz que explica el dinamismo de su vida, y como el amor en el que encuentra su plenitud.
Ejemplos en la historia de la Iglesia hay muchos, que al momento de ver el propio interior se encuentran con Aquel que ilumina cada espacio del propio ser.
Vemos esto en el testimonio de San Agustín: "Y he aquí que oigo de la casa vecina una voz, no sé si de un niño o de una niña, que decía cantando, y repetía muchas veces: ¡Toma, lee; toma, lee! Y al punto, inmutado el semblante, me puse con toda atención a pensar, si acaso habría alguna manera de juego, en que los niños usasen canturrear algo parecido; y no recordaba haberlo jamás oído en parte alguna. Y reprimido el ímpetu de las lágrimas, me levanté, interpretando que no otra cosa se me mandaba de parte de Dios, sino que abriese el libro y leyese el primer capítulo que encontrase. Porque había oído decir de Antonio, que por la lección evangélica, a la cual llegó casualmente, había sido amonestado, como si se dijese para él lo que se leía: "Ve, vende todo cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; y ven y sígueme" (Mt 19, 31); y con este oráculo, luego se convirtió a Vos. Así que volví a toda prisa al lugar donde estaba sentado Alipio, pues allí había puesto el códice del Apóstol al levantarme de allí; lo arrebaté, lo abrí y leí en silencio el primer capítulo que se me vino a los ojos: 'No en comilonas ni embriagueces; no en fornicaciones y deshonestidades; no en rivalidad y envidia; sino vestíos de nuestro Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne para satisfacer sus concupiscencias' (Rom 13, 13-14). No quise leer más, ni fue menester; pues apenas leída esta sentencia, como si una luz de seguridad se hubiera difundido en mi corazón. todas las tinieblas de la duda se desvanecieron".
También, como testimonios más cercano a nuestra época, tenemos al Cardenal Newman, que en su afán de profundizar en la vida interior, se convierte al catolicismo por la oración y el estudio. Asimismo, está Claudel que se siente conmovido en su espíritu al oír el canto del Magníficat en una tarde de Navidad; y confiesa:
"Qué dichosas son las personas que creen! Pero... si fuera verdad... ¡Es verdad! ¡Dios existe, está ahí! ¡Es alguien, es un ser tan personal como yo! Me ama. Me llama".

CRONOLOGIA DE LA VIDA DE JESUS



Jesús de Nazaret existió realmente. Los testimonios históricos de la existencia de Jesús son muy variados. En primer lugar, destacan los del Nuevo Testamento, pero también tenemos testimonios extrabíblicos de la existencia histórica de la persona de Jesús de Nazaret, tanto por parte de los judíos como de los paganos contemporáneos a Jesús.
1. Nacimiento
No es fácil determinar el año del nacimiento de Jesús. Los datos son:
- Jesús nació en los «días del rey Herodes» (Mt 2, 1). Jesús regresó de Egipto a la muerte de Herodes, reinaba Arquelao en Judea como Tetrarca (Mt 2, 22).
- Teniendo en cuenta que Herodes el Grande murió 4 ó 5años antes de la era cristiana, y que Jesucristo nació bajo su reinado, hemos de concluir que Jesús nació entre los 6 y 7 años antes de lo que habitualmente pensamos, es decir, unos dos años, al menos, antes de la muerte de Herodes. Al afirmar que el nacimiento de Jesús fue dos años antes de la muerte de Herodes, nos apoyamos en que el rey hizo matar a todos los niños de Belén de menos de dos años. Debieron ser los Magos los que le indicaron la edad que aproximadamente tenía el niño al que iban a adorar.
- Fue un monje, Dionisio el Exiguo, que calculó en el siglo V el año del nacimiento de Jesucristo y cometió este error.
- Además, otras fechas que dan indirectamente los evangelios (el censo de Quirino, gobernador de la Siria; Poncio Pilato, procurador de Judea) y que se conocen exactamente por la historia de Roma, confirman esta fecha.
- En conclusión, Jesucristo nació 6 ó 7 años antes de la era cristiana.
- Se desconoce el día.
2. Principio de la vida pública
San Juan el Bautista comenzó a predicar el «año quintodécimo del reinado de Tiberio Cesar» (Lc 3, 1), que sucedió a Augusto el año 14 de la era cristiana, aunque ya había estado asociado al gobierno del Imperio desde el año 12. Si San Lucas tomó una u otra fecha nos lleva al año 27-28 ó 26-27 de la era cristiana como inicio de la predicación pública de Jesús. Si San Lucas además tuvo en cuenta el año judío, que comienza en otoño, hay un año más de diferencia.
Jesús tenía «unos treinta años» (Lc 3, 23) cuando comenzó a predicar, que quiere indicar la madurez, por tanto, la edad del Señor debe situarse por encima de los 30, entre los 32 ó 33 años.
3. Duración de la vida pública
En el relato del Evangelio de San Juan, Jesús celebra tres Pascuas: la primera en Jerusalén, la segunda en relación a la multiplicación de los panes y la tercera la de su Pasión, y esto son dos años y meses como tiempo de predicación pública de Jesús.
Los sin ópticos mencionan una sola Pascua, y esto da un año de predicación.
Casi seguro que Jesús predicó algo más de dos años, como dice San Juan. Lo sabemos porque San Juan escribió su Evangelio el último y lo hizo, entre otras razones, para aclarar lo que en los otros Evangelios es confuso, como lo que estarnos diciendo: las Pascuas que celebró Jesús en su vida pública.
4. Fecha de la muerte
Todos los evangelistas están de acuerdo que murió un viernes. San Juan precisa que «los judíos no entraron en el Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua» (Jn 18, 28), y por eso el día era el 14 de Nisan, día tradicional de la Pascua.
Los cálculos astronómicos dicen que los días en que el 14 de Nisan cayeron en viernes en aquella época, son el 13 de abril del año 27; el 18 de marzo del año 29, el 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33.
Ahora bien, también los sinópticos dicen que la Ultima Cena fue la cena de Pascua: «ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de morir» (Lc 22, 15). y Jesús celebró la Ultima Cena el jueves por la noche.
Para conciliar estas dos Pascuas - la del viernes y la del jueves- hay numerosas hipótesis. Una de ellas, señala que hay dos fechas para la celebración de la Pascua, que serían el 13 de Nisan para los fariseos y el 14 de Nisan para los saduceos.
Otra posibilidad, que se conoce después de los descubrimientos de los manuscritos del Qumram, es que en tiempos de Jesús existían dos fechas para la celebración de la Pascua: una fecha oficial, que fue viernes, el día que murió el Señor, y la tradicional o popular, que fue el jueves, día del prendimiento del Señor y Santa Cena.
La fecha más probable de la muerte de Jesús es el 7 de abril del año 30 ó el 3 de abril del año 33.
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Jesús, pero en el 334 d.C. el Papa Julió I estableció que Jesús había nacido el 25 de Diciembre, coincidiendo con otras fiestas paganas. Curiosamente, una de las fechas que se barajaron son el 16 o 20 de Mayo, por ejemplo.
B. HISTORICIDAD DE LA FIGURA DE JESUS
1. Los cuatro Evangelios
Ya hemos comentado la crítica racionalista a la figura histórica de Jesús. Pero la historicidad de las narraciones evangélicas está fuera de duda tal como ha demostrado la misma crítica histórica. Por ejemplo, San Lucas precisa el momento en que Jesús inicia su predicación «El año quintodécimo del imperio de Tiberio Cesar, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, Tetrarca de Galilea Herodes, y Filipo su hermano, Tetrarca de Iturea y de la Traconitide, y Lisania Tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías ...» (Lc 3, 1-2). Todos estos personajes, desde el emperador romano a los reyes de Israel, son conocidos históricamente por documentos extrabíblicos.
Los cuatro Evangelios son unas biografías fragmentarias de Jesús, que no pretenden narrar con toda precisión la historia del Señor, sino que quieren enseñar la fe en la figura y en la doctrina de Jesús. Ahora bien, a pesar de que no son libros meramente históricos, la persona y figura de Jesús aparece claramente descrita y no es una entelequía perdida en la Historia Universal.
Conocemos los datos históricos que rodean su nacimiento, su vida pública y su muerte. Sabemos, que es hijo de María, que nació en Belén, que se le creía hijo de José, que era artesano, que vivió en Nazaret, que se trasladó a Cafarnaún, quienes eran sus amigos y discípulos, etc.
Más aún, el transfondo de las narraciones evangélicas, la situación social, política y religiosa de los tiempos inmediatos a la insurrección contra los romanos por los años 60 de nuestra era, es totalmente coincidente con los datos que narra Flavio Josefo y Filón. La coincidencia sustancial de los datos judíos y evangélicos es notoria.
La misma sencillez de la narración, lejanísima de todo artificio literario, avala la fidelidad histórica de los hechos narrados. Los Apóstoles dan datos de la vida de Jesús para enmarcar o destacar sus afirmaciones doctrinales.
Otro claro indicio de la fidelidad histórica de los Evangelios es el empleo de frases y giros que estaban en uso en tiempos de Jesús y que en cambio desaparecen después. Expresiones como Hijo de David, Hijo del hombre, Reino de los Cielos en vez de Reino de Dios, las parábolas, las formulaciones rítmicas como la del "Padre nuestro", etc. indican su orígen arameo.
La misma descripción de la personalidad de los Apóstoles, con sus defectos tan evidentes, señalan la carencia de retoques posteriores y el deseo de narrar exactamente lo que sucedió sin intentar mitificar o encumbrar sus figuras de hombres corrientes de su tiempo: pescadores, cobradores de impuestos, etc.
Los Apóstoles son claros en sus afirmaciones históricas. En las narraciones evangélicas no aparece ni la más pequeña sombra de duda que los hechos narrados sucedieron realmente así. Incluso las pequeñas contradicciones, número de mujeres junto a la Cruz de Cristo, en el sepulcro, las horas, etc. señalan su autenticidad histórica. Cada evangelista narra lo que sabe, sin ponerse previamente de acuerdo con los otros para escribir historia coherente en todos los detalles. Eso sería un signo de falsedad histórica.
Los Apóstoles son judíos, radicalmente monoteístas, y no parece en absoluto congruente que intenten «deificar» a Jesús. Además, en el mundo romano la figura del sabio es la del «estoico», impávido ante la muerte y el dolor y esta no es precisamente la descripción de los Evangelios de Jesús en el Huerto de los Olivos. Por tanto, todas las hipótesis de las escuelas racionalistas están en desacuerdo con la verdadera mentalidad de los Apóstoles, judíos de su tiempo.
Las narraciones evangélicas por su sencillez, colorido, ambiente arameizante, carencia de influencias de la filosofía religiosa dominante en el Imperio Romano, se presentan a nosotros con todas las garantías de la verdad histórica.
En conclusión, los datos históricos de los cuatro Evangelios son claros respecto a la figura histórica de Jesucristo.
2. Datos históricos en las Cartas de San Pablo
San Pablo no pretende escribir una historia de Jesús, tanto es así que sus escritos son cartas escritas con ocasión de algún suceso que le interesa comentar. Se les llama, también, epístolas, que es un término latino que significa cartas.
Pues bien, a través de este testimonio epistolar, aparece como una evidente realidad histórica la persona de Jesús. La fe de San Pablo se funda en la existencia histórica de Jesús de Nazaret, que predicó un mensaje de salvación. La fe de San Pablo no es la fe de un visionario sino la fe del que predica a Jesús de Nazaret.
San Pablo no conoció a Jesús durante su existencia terrena y, por tanto, no puede narrar detalles de la vida del Señor como los demás Apóstoles. Pero, aún así, en los escritos de San Pablo son muy frecuentes las alusiones históricas al Señor, cuya vida él conoce y presupone lógicamente que conocen sus oyentes.
San Pablo insiste en la humanidad de Jesús, que nace en un momento determinado de la historia de los hombres «al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la ley» (Gal 4,4). Cristo es «nacido de la raza de David, según la carne» (Rom 1, 1-4). A Jesús le llama nacido de la raza de Abraham. Santiago, Obispo de Jerusalén, es el «hermano del Señor» (Gall, 19), según el modo de hablar de los judíos.
San Pablo no quiere probar la existencia histórica de Jesús, nadie dudaba de ello; es una realidad indiscutible la de «Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles» (1 Cor 1, 23). La historia de Jesús puede ser desconcertante pero es real. Jesús «hizo la buena confesión en presencia de Poncio Pilato» (1 Tim 6, 13). Describe la Pasión, y Resurrección de Jesús «Cristo murió por nuestros pecados..., fue sepultado, que resucitó al tercer día. ..y que se apareció a Cefas, luego a los Doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos, de los cuales muchos viven todavía, y algunos murieron; luego se apareció a Santiago, y luego a todos los Apóstoles, y después de todos, como a un abortivo, se apareció a mí» (1 Cor 15, 3-8). San Pablo escribe estos hechos unos veinticinco años después de la desaparición del Maestro, cuando muchos de los testigos de la vida del Señor viven todavía, y, por tanto, no es posible engañarles.
Además, San Pablo da otros muchos datos biográficos sobre Jesús. Trata de los preceptos del Señor, que abrazó una vida de pobreza, de sujeción a la ley, de obediencia al Padre, de santidad, que se entregó voluntariamente a sus enemigos, que instituyó la Eucaristía. Murió por Pascua, en tiempos de los Azimos. Los verdugos lo suspendieron con clavos en la Cruz, en las cercanías de Jerusalén. Sepultado, resucitó al tercer día, etc.
La fe de San Pablo no ha creado la figura de Jesús, sino que Jesús es el que ha dado origen a la fe paulina.

3. Los primeros cristianos
Atestiguan la existencia histórica de Jesús. Viven su fe y mueren por ella, porque es la fe predicada por Jesús de Nazaret, y no porque sean las ideas religiosas del ambiente que les rodea.
4. Testimonios judíos de la existencia histórica de Jesús
Una cosa es que oficialmente los judíos no aceptaran el mensaje de Jesús de Nazaret, su predicación de ser el Mesías, Hijo de Dios hecho Hombre, y otra muy distinta es que negaran su existencia histórica.
Ya antes hemos hecho notar la crítica a la figura de Jesús en los escritos de preeminentes judíos de su época.
Flavio Josefo (final s. 1), habla dos veces de Jesús en su obra «Antigüedad de los judíos». La primera se refiere a la muerte, el año 62 por instigación del Sumo Sacerdote Hanan, hijo del Anás de los relatos evangélicos, de Santiago el Menor que era «hermano de Jesús, llamado Cristo».
Otro texto, alude a Jesús, después de mencionar la brutal represión de Pilato contra los judíos, con motivo de la nueva traída de aguas a Jerusalén que pagó con el dinero del Templo y dice así: «En ese tiempo fue cuando apareció Jesús, hombre sabio (si se le puede llamar hombre). Pues fue el ejecutor de obras admirables, el Maestro de los que reciben con alegría la verdad y arrastró a muchos judíos ya otros procedentes del helenismo. (Era el Cristo). Denunciado por los de nuestra nación. Pilato lo condenó a suplicio de cruz; más quienes le habían amado desde el principio no cesaron de seguirle (porque se les apareció el tercer día resucitado, según lo habían anunciado los divinos profetas, así como otras maravillas). y hasta el presente subsiste la secta que por seguirle ha recibido el nombre de cristianos» .
Este texto es muy probable que esté interpolado en las partes indicadas entre paréntesis, pero aún así afirma rotundamente la existencia histórica de Jesús.
El testimonio del Talmud tiene mayor interés por ser el libro hebreo que pertenece a la legítima tradición judía.
Su denominación corriente es «Talmud Torah», y es una vasta compilación, en hebreo y arameo, que comprende dos libros distintos. Primer libro: El texto de la «Misnah» o Ley oral, cuya elaboración se termina antes del año 230, y Segundo libro: Las interpretaciones y comentarios, llamados «Guemsara» (en arameo, «completo»), que el texto anterior inspiró a los maestros y discípulos de las Academias de Palestina (Talmud jerosolimitano o mejor palestinense) y de Babilonia (Talmud babilónico ), desde la fecha indicada hasta el año 500.

En el Talmud babilónico se lee: «El día señalado para la ejecución, antes de la fiesta de la Pascua, se suspendió en un patlDulo a Jesús de Nazaret por haber seducido yengañado a Israel con sus encantamientos».
El judío Trifón del Diálogo de San Justino a mediados del siglo II, dice: «Jesús, el galileo, suscitó una secta impía y enemiga de la ley. Nosotros lo crucificamos. Sus discípulos robaron su cadáver del sepulcro durante la noche. y engañan y seducen a los hombres diciendo que resucitó y subió a los cielos».
Los judíos, lo enseñan todo estos testimonios, no pusieron nunca en duda el hecho de la existencia histórica de Jesús. Aunque a su evangelio le llamaban «Avengillajón», escrito malo, no niegan la existencia histórica de Jesús.
5. Datos históricos sobre Jesús en los escritos paganos
Los romanos tomaron inicialmente a los cristianos como una simple secta judía, que por su escasa importancia casi no mereció su atención. Es en el siglo II cuando aparecen testimonios escritos, algunos referidos a sucesos del siglo I.
Ya hemos citado a Tácito que hacia el año 116 escribe, en su Historia de Romfl, sobre el incendio de Roma, que Nerón atribuyó a los cristianos. También Plinio el Joven, en una Carta dirigida al emperador Trajano, año 112, da por sentado el origen histórico del cristianismo.
Suetonio refiere en su Vida de los Césares,el decreto de Claudio que «expulsó de Roma a los judíos, los cuales al impulso de Cristo (o Cresto) han sido una causa permanente de disturbios». El matrimonio cristiano, Aquila y Priscila, que San Pablo encuentra en Corinto, habían sido expulsados de Roma bajo Claudio el año 52 (Cfr Hech 18,3).
En el siglo II nadie discute la existencia histórica de Jesús.
En conclusión, los datos históricos sobre la existencia histórica de Jesús de Nazaret son irrefutables.