miércoles, noviembre 29, 2006
Doctrina y Errores Cristológicos de los primeros siglos
1) Los Símbolos de la Fe y su Raigambre Bíblica.
a) Símbolo – σύμβολον –
La palabra griega σύμβολον significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaba como una señal para darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para verificar la identidad del portador [1]. Significaba también recopilación, colección o sumario.
El «símbolo de la fe» es una señal de identificación y de comunión entre los creyentes. El símbolo de la fe recopila las principales verdades de fe[2] (Cf. CEC. 188).
b) Homologías – o,.mologia–
Surgen en el Nuevo Testamento las denominadas o,.mologiaj [3], p.e. Mc 15,39: «Verdaderamente ... era el Hijo de Dios»; la de Pedro o la de la hermana de Lázaro.
Además existen de:
– Aclamación: Rm 10,9-10: «Jesús es Señor»;
– Fórmula de fe: Hch 18,5: «El Cristo era Jesús»;
– Hechos salvíficos: Rm 14,15;
– Himnos: Flp 2,11:«Jesús es Señor».
Al ir paulatinamente señalando las características de cada Persona divina, se van entregando definiciones que son el fundamento de las futuras Definiciones Dogmáticas, p.e. de Nicea (325), Constantinopla I (381).
2) La cristología según el Adopcionismo y Subordinacionismo[4].
El trasfondo de las herejías es salvar el monoteísmo.
a) La cristología según el Adopcionismo:
Su representante es Pablo de Samosata
En la doctrina adopcionista, la vinculación de Jesús con Dios se inscribía en la misma categoría que la elección de los profetas. En el bautismo en el Jordán habría descendido el Espíritu sobre Jesús y de este modo, y a través de él, se habría manifestado Dios. Pero Jesús sería simplemente un hombre a quien Dios confió una misión reveladora.
b) La cristología según el Subordinacionismo:
Su representante Luciano de Antioquia
El subordinacionismo es una doctrina que, con el fin de mantener con seguridad la unicidad de Dios, sostiene que el Hijo y el Espíritu Santo son en alguna manera inferiores al Padre, o no son consustanciales con él.
3) El Gnosticismo del Siglo II [5].
Gnósticos importantes: Valentín y Cerinto
La visión fundamental de la gnosis[6] se apoya en la contraposición dualista entre un mundo espiritual y divino por un lado, y el mundo material, por el otro.
Esta autoliberación por el conocimiento es una postura radicalmente contraria a la concepción cristiana
Atribuye exclusivamente a Dios la acción liberadora y enseña que el mundo material y sensible es bueno y que, por tanto, Dios puede estar presente también en las realidades históricas del hombre Jesús. También la concreción de la mediación salvífica de la Iglesia en los sacramentos, en cuantos medios de la unión de las criaturas con Dios excluye cualquier menosprecio gnóstico del cuerpo y del mundo.
4) Arrio[7] y El Concilio de Nicea –Asia menor – (Símbolo Niceno)
El arrianismo es una doctrina herética sustentada por Arrio (+336), presbítero de Alejandría, según la cual la Segunda Persona de la Trinidad no es Dios por esencia, sino una criatura, la primera, tan íntimamente relacionada con Dios, que el Padre la adopta como Hijo.
Su doctrina se podría esbozar de la siguiente manera:
– Sólo existe un Dios, que no es creado ni es engendrado;
– Por lo tanto, todo lo que existe es creado;
– El Verbo, Jesucristo, es creado antes que todo lo existente; luego es creado de la nada:
– Por eso, el Verbo puede encarnarse, puede cambiarse en hombre y puede ser llamado incluso «Hijo de Dios» (en sentido honorífico).
Es una doctrina muy lógica y comprensible, para exponerla, Arrio se apoya incluso en ciertas citas de la Escritura que llaman a Jesús “menor” que el Padre (Cf. Jn 17,3[8]; 14,28[9])
La Iglesia responde frente al tema con el concilio de Nicea[10] (325), donde se formula una profesión de fe (DH 125) definiendo de una vez para siempre la divinidad de Jesús. Se introducen conceptos, no bíblicos. En el Credo se dice:
a. Que Jesús es el único Señor y es hijo de Dios. Jesús es el Hijo y el Señor; no hay ninguna diferencia entre el sujeto Jesús y el sujeto Hijo;
b. Se afirma que no es hecho o creado, sino nacido unigénito del Padre (engendrado); engendrado no creado.
c. Se afirma que es de la misma sustancia (o,moousion[11]) del Padre (no nace de “cualquier forma”, sino de la misma realidad eterna, invisible, omnipotente que el Padre, es decir, consustancial); es de la misma sustancia o naturaleza;
d. Se expresa la igualdad junto con la procedencia: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
e. El Hijo es el mismo que “descendió” por nuestra salvación. Este Hijo se hace carne y hombre, pero de tal manera que sufre y muere por los hombres.
5) Apolinar y El Concilio de Constantinopla I –381– (símbolo niceno constantinopolitano)
La divinidad de Jesús fue definida claramente, sin embargo, ahora cabe la pregunta: ¿era verdadero y totalmente hombre?, ¿era sólo carne, cuerpo, en que habitaba el Verbo?
a) Apolinar[12] (+390)
Obispo de Laodicea (Siria), manifestaba que la Escritura dice que el Verbo se ha hecho carne, lo que le lleva a decir que en Jesús no existiría el alma, el Verbo habría tomado el lugar del alma. Jesucristo no sería como los demás hombres, pues le faltaba el alma; la unión entre carne y Verbo es imposible; es como la unión de dos realidades de la que resulta un ser que no es ni Dios ni hombre.
De estas premisas se seguirían la siguiente: María ha engendrado un cuerpo, que sólo es divino al unirse con el Verbo;
b) Concilio de Constantinopla I
– Creemos en un solo Dios...;
– Jesucristo...Engendrado antes de todos los siglos;
– Bajó del cielo y se Encarnó
– se encarnó de MAría, la Virgen y se hizo hombre.
6) Nestorio y el Concilio de Efeso (431).
a) Nestorio[13]:
Nestorio, distingue en Jesucristo al Verbo y a Jesús, entonces dice que: María es madre de Jesús o de Cristo, pero no es Madre de Dios. Jesús o Cristo es el que murió, pero no murió el Verbo.
Distingue dos sujetos, dos personas: una divina, eterna, inmortal, todopoderosa: el Verbo; otra humana, mortal, histórica, humilde: Cristo o Jesús.
La Iglesia condena a Nestorio: primero lo hace el Papa Celestino (430) y también lo hace el concilio de Efeso, tercer concilio ecuménico (Cf. DH 250).
7) El Monofisismo y Calcedonia
a) El Monofisismo
Representantes son Dióscoro y Eutiques
El monofisismo (una sola naturaleza, la divina), hacía prevalecer la divinidad del Verbo que sacrificaba la humanidad auténtica de Jesús, haciendo que la absorbiera la divinidad[14].
b) Concilio de Calcedonia (451).
Formula los siguientes elementos:
Usa una terminología certera y clara, hasta hoy vigente, extra bíblica, tomada del lenguaje filosófico. Usa equivalentemente «persona» y «sustancia o subsistencia», distinguiéndolas claramente de «naturaleza». El término persona, responde a «¿quién es?», y naturaleza a «¿qué es?».
Estructura literaria:
Un sujeto, «uno y el mismo», que se repite tres veces y del que se dicen dos columnas de predicados, una referida a la humanidad y la otra a la divinidad.
Contenido:
Incluye la tradición precedente. Jesucristo perfecto en la divinidad (contra Arrio) y perfecto en la humanidad (Contra Apolinar). Lo mismo cuando dice respectivamente: «Dios verdadero y hombre verdadero» y, cuando agrega «consustancial con el Padre» y «consustancial con nosotros». Contra Nestorio al distinguir entre el engendramiento eterno y el temporal en María.
Su aporte específico es señalar el cómo de la unión hipostática (en la persona del verbo).
Fórmula:
«...se ha de reconocer a UNO sólo, el mismo Cristo Hijo Señor Unigénito EN dos naturalezas[15]...; que se unene en la Hipóstasis (hipo: “bajo, debajo”; stasis: “estar de pie”): “lo que subyace, lo que da subsistencia a la persona.
Entonces, dos naturalezas en la Persona (Verbo); Él ejerce la naturaleza humana y la divina. En un solo sujeto, en una sola Persona concurren dos naturalezas que están unidas:
Sin confusión: Contra Eutiques –monofisitas– (que planteaba la absorción de la humana en la divina) las naturalezas no se confunden o mezclan;
Sin Cambio: Contra Arrio (que decía que dejaba de ser Verbo para ser hombre o confusión de una con otra: una en otra el Verbo no se cambia en hombre al encarnarse);
Sin dividirse: Una vez unidas las naturalezas de Jesús quedan íntimamente unidas, ya no puede darse “autonomía” de ellas (contra la yuxtaposición de Nestorio y monofisismo);
Sin separación posible: También ya no pueden separarse, unidas para siempre; conservando, eso sí, su distinción (contra Eutiques).
8) Constantinopla II (553) y III (680-681)
a) Constantinopla II (553)
El Concilio de Constantinopla II confirma y esclarece algunos puntos que habían quedado algo oscuros en Calcedonia:
v En Jesucristo hay una sola Persona, aún después de la unión del Verbo con la naturaleza humana;
v En Jesucristo hay dos naturalezas; estas naturalezas permanecen con sus propiedades después de la unión: «Unión de las dos naturalezas según composición (no yuxtaposición) en la naturaleza del Verbo» (DH 425);
v La unión con la naturaleza humana y divina se llama unión hipostática: «El Verbo de Dios se unió a la carne según la hipóstasis y por eso es una sola hipóstasis de él» (DH 426);
v La unión se realiza porque el Verbo se une a la carne (completa);
v Esta unión es en la hipóstasis o persona.
b) Constantinopla III (680–681)
Por su parte el Concilio Constantinopla III combate contra el monoenergismo: En Jesucristo sólo puede haber una acción divina-humana y el monotelismo: En Jesucristo sólo puede haber una sola voluntad. El concilio define:
v En Jesucristo hay dos voluntades, sin mezcla, sin división, sin cambio, sin separación (DH 555);
v Esas dos voluntades no son contrarias: la humana sigue a la divina (DH 553);
v También hay en Jesucristo dos operaciones: una divina y otra humana, que no se contradicen sino que la divina potencia y hace más perfecta a la humana (DH 556).
[1] Es una especie de «santo y seña», señal.
[2] “A lo largo de la historia, la Iglesia se ve obligada a reformular los datos cristológicos del N. T. por varias razones:
a) La lectura de la SS. EE. hecha continuamente bajo la luz del Espíritu Santo, lleva a la Iglesia a descubrir nuevos e importantes aspectos del misterio de Jesucristo.
b) La defensa de la fe contra los errores obliga a la Iglesia a reformular lo que es necesario creer y lo que es accesorio.
c) El encuentro con una nueva forma de pensar – la griega, la romana, la germana – lleva a la necesidad de explicar el misterio de Cristo en nuevos idiomas y culturas.
d) El interés por explicar más las verdades de fe, destacar el contenido salvador y sus consecuencias prácticas conducen a una ampliación de la visión de Jesucristo”. Cf. Jesús el Cristo, curso fundamental de cristología, Maximino Arias Reyero, Santiago, abril 1997, 7ª edición, pp. 289-290.
[3] En griego significan accuerdo, confesión (de fe o de pecados).
[4] Surgen debido a la dificultad de cómo relacionar a Jesús con Dios Padre: ¿dos dioses? ¿Cómo salvar el monoteísmo? Surgen las herejías como «malas soluciones al problema (Adopcionismo, subordinacionismo, monarquianismo).
[5] Ellos no aceptan la encarnación (mundo material es malo): «Dios no puede haberse encarnado». Además Jesús sería un eón (Cualquiera sería un eón, también Jesús, al nivel de cualquier otro miembro de este sistema (lo reduce). Este sistema “explicaría” todo...
[6] En griego “conocimiento”. Movimiento filosófico-teológico que considera el conocimiento como lo decisivo para la salvación. Nace antes del cristianismo con elementos de diversas culturas antiguas. Adquiere fuerza en el mundo judío y heleno desde el siglo I aC. Y se prolonga, también con elementos cristianos, hasta el siglo IV dC. Es dualista; el espíritu ha de ser liberado de la cárcel de la materia por medio del conocimiento en etapas sucesivas. Contiene elementos compatibles con el cristianismo, los cuales subyacen en algunas de sus expresiones. Otros contaminaron la fe y provocaron reacciones fuertes ya en escritos neo-testamentarios, como 1 y 2 Cor, Col, 1Jn, Judas. Posteriormente varias sectas heréticas, como los docetas y los valentinianos, aunque divergentes entre sí, profesaron ideas gnósticas, que incluían una visión negativa de la creación, negación de la encarnación, de la muerte y resurrección de Cristo, substitución de los sacramentos por ritos gnósticos mágicos, cambio del canon de las escrituras, etc. (Cf. Gnosis / Gnosticismo en Diccionario de términos religiosos y afines, Aquilino de Pedro, Editorial Verbo Divino – San Pablo, 4ª edición, Madrid 1998, p.117)
[7] Desea salvar el monoteísmo; es un adopcionista en el fondo. La segunda Persona de la Trinidad sería una creatura: Dios lo adopta como hijo (Jn 17,3; 14,28): Dios más grande que yo. Sólo u Dios, por lo que el Verbo es creado de la nada. Toda cosa que proceda de otra es menor: si Jesús tuvo un origen ya no puede ser como el Padre, por lo que sería inferior.
[8] “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo”.
[9] “Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo”.
[10] Toma Símbolo de Antioquía de Siria y le agrega términos.
[11] Unigénito; consubstancial; ahora en griego, primera vez términos extra bíblicos: las escrituras ya no bastan; (Vr. Griego).
[12] Ofrece solución a la unión del Logos y la Carne. El Logos se encarna en una naturaleza humana sin nous (parte intelecto), cumpliendo ese rol el Verbo Eterno; así se unen 2 seres incompletos haciendo 2 seres completos.
*Pertenecía a la Escuela Teológica Alejandrina, de línea más abstracta, lógica, filosofía platónica, de exégesis más especulativa, más espiritual –que también era una tendencia espiritual–, diferente de la:
*Antioquena que era más concreta, relacionada con lo concreto de las cosas, exégesis literal de las cosas.
[13] Salva la verdadera humanidad de Cristo (en vista de Apolinar): En Cristo sí hay verdadera humanidad, pero su problema está en que no acepta la unidad: «María no dio a luz también al Hijo Eterno del Padre. Fue Monje antioqueno designado patriarca de Constantinopla en el año 428; hombre de palabra cálida y celoso predicador contra las herejías, asceta en su propia vida y reformador del pueblo, se ganó en seguida la admiración popular. (Cf. Nestorio en Diccionario de términos religiosos y afines, Aquilino de Pedro, Editorial Verbo Divino – San Pablo, 4ª edición, Madrid 1998, pp. 189-190).
[14] El monoficismo considera que la Potencia Divina anula la natraleza humana: «es hombre, pero dominado totalmente por la divinidad».
[15] «EN DOS..», έκ δύο; έκ es una preposición estática que inidca en donde, de donde sale.
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo
Al narrar la pasión y muerte de Jesús, los cuatro evangelios coinciden casi en los detalles, lo que no indica la dependencia de ellos de una misma fuente, sino que los relatos de pasión y muerte constituyen el estrato más antiguo del Nuevo Testamento.
Sin embargo, la intención de todos ellos se orienta a que los lectores participen, uniéndose a la muerte del Señor y a sus sufrimientos. No se trata de un relato casual o fortuito, sino que todo el escrito se orienta a la muerte redentora de Cristo. Este hecho es el centro del anuncio apostólico, por lo que podríamos decir que a este hecho se le “antepone –como una larga introducción - el relato de la vida de Jesús”. Cada relato se oirenta a este fin y paulatinamente lo anuncia e introduce (p.e. Mc 8,31; 10,38): esta muerte será vista como una consecuencia lógica y necesaria de la predicación de Jesús.
2) La Muerte Salvífica, Vicaria y Sacrificial de Jesús según los Datos Bíblicos
La muerte de Cristo no es un acontecimiento sorpresivo o accidental en su vida: ya se va perfilando en el Nuevo Testamento. El anuncio podía venir por actitudes del pueblo o de parte de los jefes de Jerusalén, etc[2]. Él rechaza las instituciones religiosas judías[3], actuando con personalidad sobre ellas, fruto de su Misión. Por esta actitud será condenado, como una “agitador político”, que lleva detrás toda una carga religiosa.
a) La Muerte Salvífica de Jesús
La muerte del “Siervo, el Justo” anunciado por las Escrituras como misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado”.
b) La Muerte Vicaria de Jesús:
«Juan Bautista... manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7) y carga con el pecado de las multitudes (Is 53,12) y el Cordero pascual símbolo de la redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12,3). Jesús es el Cordero que carga con el pecado y las culpas de muchos, alcanzándoles el perdón. Toda la vida de Cristo expresa su misión: “Servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45)».
c) La Muerte Sacrificial de Jesús
« La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres (1 Co 5,7b; Ef 1,7) por medio del “Cordero que quita el pecado del mundo” y el sacrificio de la Nueva Alianza que devuelve al hombre a la comunión con Dios reconciliándose con Él por “la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados (Mt 26,28)» [4]. Cordero: Su sacrificio de su vida va marcada por la obediencia, el carácter voluntario (Ef 1,7).
3) La Resurrección de Jesucristo: Datos Bíblicos, Valor Histórico y Teología.
a) La Resurrección de Jesucristo
Las Escrituras y la fe de la Iglesia dan a conocer que Dios ha resucitado a Jesús. Lo relatan los Evangelios y san Pablo hablará de ella más de un modo testimonial (1Co 15,3). La resurrección es un acontecimiento original sin antecedentes, realizado por Dios, que determina la historia, y que expresa que Jesús ha pasado a un nuevo modo de ser y de existir[5].
b) Datos Bíblicos
Los escritos bíblicos no tienen interés en presentar un estudio científico, sino que tienen el deseo de transmitir una Buena Noticia. Es un hecho objetivo, sin precedentes. Como relato es la base decisiva del anuncio del Nuevo Testamento.
Encontramos:
Fórmulas: Son las antiguas formas de predicación, profesiones de fe, fórmulas catequéticas o litúrgicas de los discípulos de Cristo; aquí encontramos especialmente restos de los «discursos misioneros» de Pedro y Pablo. P. e. Profesiones de fe (Rom4,24) o Himnos Litúrgicos (1 Pe 3,18).
Anuncios: Son textos que aparecen en la vida de Jesús y anuncian su futura resurrección. P.e. 8,31; Mt 16,21
Relatos: Textos que nos transmiten una realidad nuev con palabras y con imágenes de su tiempo; ello nos entregan el hecho de la Resurrección o su presencia resucitada a través de una narración. P.e. Mt 28,1–10.
c) Valor histórico
Como acontecimiento culmen de la fe, la resurrección de Cristo se inserta en la historia y la trasciende, pues abre la historia a una realidad jamás pensada, que trasciende lo normal y se incluye en lo misterioso. Ella anticipa la resurrección escatológica esperada por los creyentes.
El Sepulcro vacío (Jn 20, 1–10) y las Apariciones Corporales (Jn 20, 11ss)[6], son elementos que permiten corroborar el acontecimiento histórico de la Resurrección de Cristo «en un nuestra historia»[7].
«El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas... Así lo mostrará Pablo al escribir a los Corintios hacia el año 56... El Apóstol habla aquí de la Tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión [8]».
d) Teología[9]
La Resurrección de Cristo es una intervención trascendente de Dios mismo en la creación y en la historia. Las tres Personas actúan juntas a la vez. Se realiza por el poder del Padre que ha resucitado a Cristo, su Hijo, y de este modo introduce de manera perfecta su humanidad en la Trinidad.
Cristo se revela definitivamente «Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos». Es la manifestación del poder de Dios[10], por la acción del Espíritu que ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la llamado al estado glorioso.
4) El Sepulcro Vacío y las Apariciones a los Discípulos[11].
El sepulcro vacío, que indica la Resurrección de Cristo, presenta la realización del acontecimiento fundante de la fe cristiana. La Resurrección es la verdad culminante de la fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como la verdad central.
a) El Sepulcro Vacío
En el marco de esta vivencia pascual, el primer elemento que se encuentra e el sepulcro vacío. En sí no es una prueba directa, pues la ausencia del cuerpo de Cristo podía explicarse de otro modo (Hortelano[12]); sin embargo, ha constituido un signo esencial: fue el primer paso de los discípulos para el reconocimiento del hecho de la Resurrección, como es el caso de las santas mujeres (Lc 24,322–23), de Pedro (24,12), del Discípulo amado (Jn 20,2).
Mc 16,6 «no está aquí»: es decir, “no está aquí en la muerte, está en la vida”.
Éste último, luego de entrar al sepulcro vacío y descubrir «las vendas en el suelo», vió y creyó (20,8), lo que supone que constató (20,5–7), en el estado del sepulcro vacío, que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto a simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro[13]. La nueva condición de Jesús – gloriosa – es distinta (no como la de Lázaro), por lo que no es fácil reconocerle.
b) Las Apariciones a los Discípulos
María Magdalena y las santas mujeres –que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús – fueron las primeras en encontrar al resucitado (Jn 20,11–18). Así se transforman en las primeras mensajeras de la resurrección de Cristo para los propios Apóstoles (Lc 24,6–10).
Jesús se apareció[14] a los Apóstoles, primero a Pedro, después a los Doce (1Co 15,5). Pedro ve al Resucitado antes que los demás y así da testimonio; de este modo es llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (Lc 22,31).
Estas apariciones comprometen a cada uno de los Apóstoles en la constitución de la era nueva que comenzó en la nueva mañana de Pascua. En sus testimonios –de hombres concretos y conocidos –, la primera comunidad se fundará.
5) La Presencia de Jesús en la Iglesia y su Venida Gloriosa
a) La Presencia de Jesús en la Iglesia
Lumen Gentium:
– 5: «Jesús, después de sufrir la muerte de cruz por los hombres y de resucitar... derramó sobre sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre. Por eso la Iglesia, enriquecida con los dones de s Fundador... recibe la misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios»
– 7: «Por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos, reunidos de todos lo pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo... Somos integrados en los misterios de su vida: con Él estamos identificados, muertos y resucitados hasta que reinemos con Él... Él hace que todo el Cuerpo crezca para Dios, compacto y estructurado mediante los ligamentos y articulaciones (Col 2,19). Él distribuye sin cesar los dones de los ministerios en su Cuerpo, en la Iglesia. Con ellos gracias al poder de Cristo, nos ayudamos mutuamente a salvarnos para que ... crezcamos por todos los medios en Él, que es nuestra cabeza»[15].
b) Su Venida Gloriosa de Jesús
Lumen Gentium:
– 48: «Al resucitar Cristo de entre los muertos, envió su Espíritu de vida... y constituyó a su Cuerpo, la Iglesia, como sacramento universal de salvación... Por medio de ella une a los hombres más íntimamente consigo y les da parte en su vida gloriosa. Por tanto, la restauración prometida que esperamos comenzó ya en Cristo, progresa con el envío del Espíritu Santo y por Él continúa en la Iglesia...
...El final de la historia ha llegado ya a nosotros[16] e incluso de alguna manera real ya está por anticipado en este mundo... Mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las creaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios (Rom 8,19–22)»[17].
[1] En lo que respecta a este tema seguimos lo señalado por Maximino Arias R., en Jesús, el Cristo, Curso Fundamental de Teología. Santiago 1997; p. 193.
[2] Cfr. Mc 8,31; Lc 4,29; Lc 13,33–34.
[3] Cfr. la relación de Jesús con la Ley: no rechaza la Ley, la plenifica, dando plenitud («a aquello que no alcanza su totalidad en sí») a las costumbres israelitas que se habían quedado en un mero ritualismo. Mt 5,17; Mc 12,38.
[4] Cfr. Gál 2,20; Rom 5,8–9.
[5] Rom 6,9.
[6] Cfr. además Mt 28, 1–10; Mc 16, 1–11.
[7] Ver CEC 640–647.
[8] CEC, 639.
[9] Cfr. CEC 648.
[10] Rom 1,3–4; 6,4; 2Co 13,4.
[11] CEC 639ss.
[12] Cfr. Jn 20,13.
[13] Jn 11,44.
[14] Esto es: se hizo evidente; sería una experiencia de Cristo presente distinta, no lo percibieron como Jesús.
[15] Cfr. 1Co 1,15–18.
[16] Cfr. 1Co 10,11.
[17] Véase además el n° 49 de la Constitución Lumen Gentium.
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